Me da la impresión de que el poder es como la energía, ni se crea ni se destruye, se transforma.
Cuando en la historia familiar o personal ha habido abuso. Personas o grupos poderosos han dominado y doblegado a los débiles y se ha crecido bajo la premisa “lo haces porque me da la gana”, o “no lo haces, porque me no da la gana”, cuando lo que siente el niño o niña no importa, y los deseos una y otra vez han tenido que ser enterrado, la persona o niño sometido, dominado, doblegado siente rabia, y por miedo la niega, la oculta, introyecta.
El poder de crear, de lograr, es usado para reprimir lo que se siente. La fuerza creativa que antes estaba orientada a lograr, expandir y vivir más allá de las fronteras, es dirigida a negarse a si mismo lo que se desea. Es decir, el poder expansivo ahora se convierte en una fuerza opuesta que opera en contra de lo que la persona desea. El poder sigue estando, sólo que es utilizado en forma destructiva y limitante. La persona puede hacerse daño y auto infligirse sufrimiento para vengarse, claro está no de manera consciente ni “intencional”.
Muchas veces, lo que fue negado en la historia familia, aquello por lo que nuestros antepasados sufrieron o aquello que en nuestra infancia nos fue negado. Nos los negamos a nosotros mismos. Es la manera como ejercemos el poder. Puede haber auto destrucción, esfuerzo sin logro, carencia.
La negación de los deseos lleva a sentir rabia, ira, odio, se quiere venganza, pero todos estos sentimientos son enterrados, pues el mostrarlos alejaría aún más a la persona de lograr lo que quiere. Le rechazarían y tendría aún menos poder. Así que oculta lo que siente y simula ser y sentir lo que no estamos sintiendo. Se juega al niño bueno o al rebelde con el propósito de tener poder.
En el inconsciente se instala una asociación entre el poder y el hacer e infligir daño. Hay sentimientos reprimidos, rabia, ira, odio, crueldad, deseo de hacer daño, venganza. Se anhela el poder, pero al mismo tiempo se le teme, pues de tenerlo podría hacer daño Tener dinero o poder puede resultar amenazante. La persona se convierte en víctima, entrega su poder a otros a quienes envidia y odia.
¿Cómo salir de esto? ¿Cómo recuperar el poder? Tomar conciencia de todo cuanto se siente. Asumir la responsabilidad de lo que ocurre o no en tu vida. A medida que la persona se permite sentir lo que está experimentando por desagradable y “malo” que sea, va dejando libre el poder que había empleado en bloquear, reprimir y negar. Al mismo tiempo va encontrando al SER que es en realidad. Al permitirse experimentar, la rabia, el odio, la envidia, mirar cara a cara su crueldad, comienza a emerger el SER puro, inocente y poderoso que realmente es. Poco a poco va perdiendo miedo de asumir su poder, deja de entregarlo a otros de ser la víctima.
Otra opción, ir directo a la VERDAD de quién ERES, más allá de lo que piensas, de lo que crees ser, de lo que sientes.
En fin, “renunciamos” (en realidad no podemos renunciar) a nuestro poder porque hemos olvidado quien somos en realidad. Hemos inventado y creído ser un “yo” impotente al que tememos y detestamos al mismo tiempo.
La idea de este artículo como la de todos los demás, no es ofrecer una verdad, sino una mirada para la auto exploración…