Artículo escrito para la columna el libro del mes. Periódico Mi médico y yo
El libro destaca la importancia en las tres relaciones más trascendentales en la vida de una mujer: con ella misma, con su pareja y con Dios.
A través del texto, y a pesar de que el autor es un hombre, se muestra lo que siente el alma femenina (satisfacción y gozo).
Presenta dos tipos de mujer: la virtuosa y la rota.
La mujer virtuosa es aquella que logra equilibrar las tres relaciones. La primera es la relación con ella misma, se siente como una dama al al lograr disfrutar el estar consigo misma y tener autoestima. Está en armonía primero consigo misma y con quienes le rodean.
La mujer rota es la niña herida hecha mujer, incapaz de abrir su corazón y consolidar una relación de pareja. A menudo en una relación llena de dolor y buscando alguien que la salve. Impone una carga a su compañero, un peso que él no puede cargar.
Aquí es donde toma importancia la relación de la mujer con su Señor (Dios), pues es el único que puede salvarla
La mujer virtuosa acude a su Señor, en busca de respuestas, que sola no puede encontrar y que su amado no le puede dar. Es en el encuentro con El donde surge la curación de las heridas del pasado y se llena su “vacío”
Para un hombre la mujer virtuosa es el puerto hacia el que ha de dirigirse. Sabe que en su casa encontrará alivio.
El libro es un reencuentro con la grandeza de lo femenino. Ayuda a mujeres y hombres a comprenderse y a conocerse.
Tu te preguntarás ¿qué tiene que ver esto con salud?
Por eso te invito a reflexionar
¿crees que una mujer rota siente salud, bienestar físico, mental y emocional?
¿Podría llegar a padecer una enfermedad una mujer rota?
¿Qué ocurre en una relación entre una mujer rota y un hombre roto?
¿Cómo vivirán los hijos de una familia, donde la madre y el padre son niños heridos?
¿Hay posibilidad de que la pareja de una mujer rota se enferme?
“El divino triángulo: la dama, su amado y su señor”. Cómo la mujer puede alcanzar su equilibrio amoroso y espiritual. T.D. Jakes Grijalbo L. México. 1998